Tomi y Ellen

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Tomi y Ellen: Introducción

Entonces cerró la puerta, ya había terminado de arreglarse y ahora bajaba a desayunar. Su nombre era Tomi, un estudiante de 20 años. Estaba estudiando en el «Instituto de La Plata», él estudiaba Lectura y escritura.

Desde muy chico había sido atraído por su imaginación; fluía en su cabeza distrayéndose del mundo real, de hecho, cuando tenía 15 empezó a escribir su propia historia y desde entonces se dio cuenta que le gustaba, (pasaba más tiempo pensando que escribiendo), pero ganas no le faltaban.

Tomi estaba terminando su último año y había empezado a trabajar en algunas historias, intentando empezar a animarse, a publicar algo con un principio y un fin.

Hasta el momento se había dedicado a hacer bocetos que comenzaban de lo más interesante pero luego los dejaba; «lo terminaré más tarde» se decía, y luego los dejaba en la pila con el resto. Era como si no se sintiera inspirado. Era raro, porque siempre tenía tiempo para imaginar pero eso se acababa a la hora de agarrar lápiz y papel . Aún así nunca paraba de intentarlo, terminara o no, le hacía feliz seguir .

Así que, ya que estaba en el último año, pensó en inscribirse en un curso de literatura; tal vez eso le diese las herramientas necesarias. Al final de muchos cursos unx tiene que escribir un libro, no tiene que ser largo; así que confiaba con ese empuje.

Bajó por las escaleras; se escuchaban unos gritos, golpes y risas. Abajo se encontraban sus 2 hermanos, ellos estaban desayunando de temprano; como siempre la comida terminaba en la cara del otro antes que en su boca. Siempre se peleaban por algo, hasta por los más tonto y luego pasaban el resto de hora limpiándolo todo. En la cocina también estaba la Mamá de Tomi. Ella era una gran, inteligente y cool persona según quienes las conocían. Sabía hacer de todo, pero a lo que se dedicaba era a la pastelería. Tenía un gran don para la cocina y hacía las cosas más deliciosas que pudieran probarse. Muchxs en la ciudad eran seguidores de sus productos.

Tanto Tomi como sus hermanos habían salido dulceros a más no poder y nunca paraban de probar sus bellezas.

-¿Cómo dormiste hijo?-.

-Bien Ma- «Bien… aunque no soñé con nada». Pensó.

Tomi a veces tenía sueños muy raros, y cuando no, era como estar en el 5to sueño y hasta el otro día no se daba cuenta de nada.

-¿Ustedes durmieron bien?-.

-Sí- dijeron al unísono con tono de respuesta. En eso se oyó el timbre y Tomi fue a abrir.

-Seguro que es Dario del local- dijo la mamá.

Así como la mamá de Tomi vendía, varios locales trabajaban con ella. Solo que Dario era más especial…. Él y la madre se gustaban, pero nunca pasaban de ahí. Él pasaba casi todos los días de la semana para «buscar más ya que se había quedado sin stock», pero algo parecía, que mucho de ese stock era comprado por él.

Cada vez que venía, Tomi y sus hermanos se quedaban viendo con una sonrisa pícara. Dario y ella se quedaban hablando un buen rato, siempre había risas, y cuando no, charlas muy largas. Luego él se iba y decía: «Chau chicos» y cada uno volvía a lo suyo.

La madre se sentaba a desayunar y les decía: «No se involucra con alguien del trabajo», entonces todos reían y daban por concluida la mañana

Tomi tenía instituto a las 13:00hs, así que subió y se preparó, sabía que Fer lo iba a estar esperando de camino. Fer era el mejor amigo de Tomi, se habían conocido a los 13 y de ahí habían ido siendo más y más amigos. Como Fer vivía de camino, siempre se esperaban e iban los dos.

Saludó a todxs y salió.

El día estaba hermoso, sin una nube en el cielo abierto y soleado; demasiado para el abrigo que llevaba. Siempre se llevaba de más o de menos, así que, tiritar en invierno por falta de una campera, o transpirar por demasiadas remeras, era usual.

El recorrido era siempre interesante, porque las casas que había eran hermosas; grandes con patio delantero y muy bien pintadas, no se explicaba cómo alguien podía pagarse eso, pero le encantaba.

Luego de un tramo de las casas, el camino empezó a ser común, casas, día abierto y sol, tan normal que, sin darse cuenta… se fue a su mente. Imaginó una situación rápida. Había un rehén en un helicóptero que se alejaba con él, pues era una pieza importante de la Asociación de protección. Si bien la policía hacía un trabajo que podía verse similar, ellos hacían un trabajo más conciso, en situaciones más peligrosas o situaciones fuertemente intervenidas en la política. Se había asociado uno nuevo. Iba equipado con 2 pistolas 2 espadas enfundadas y enganchadas a sus piernas, también una pistola con gancho que apuntó a las cosas metálicas de abajo. Su puntería al igual que de muchos del equipo era extrema, dio en el punto y comenzó a tirar; él salió volando del edificio en el que se encontraba y comenzó a subir por los aires…

De repente se oyó un bocinazo y Tomi volvió, un auto había frenado a unos centímetros de él. Sin darse cuenta había intentado cruzar en luz verde, no llegó a hacerlo, pero estuvo a punto. El hombre del auto le hizo una señal enojada, pero como diciendo “aprendé pibe” y aceleró rápidamente.

Se asustó un poco, le era fácil irse y emocionarse tanto en su mente que la realidad pasaba a 3er plano, era parte de él. “Pero por el momento es mejor dejar la persecución del helicóptero para cuando no esté en tanto movimiento” pensó.

En eso miró adelante… y ahí estaba, un chico alto con unos jeans, también una remera con una chaqueta que combinaba, y una bufanda; Fer le estaba esperando, y parecía que para calentarse estaba saltando un poco. Al verlo a la distancia le saludó.

-Hola, te vez bien-.

-Buen día Tomi, a que no sabes que hice ayer-.

-¿Qué?-.

-Salí a comer con Dani-.

-¿Enserio?-dijo Tomi con una sonrisa.

Dani era un chico que había viajado desde Venezuela, para estudiar, y había entrado al mismo instituto que Tomi y Fer; solo que en distinta área. Desde que se habían conocido, Dani y Fer no paraban de sonreírse y darse miradas rápidas al pasar.

No había pasado mucho tiempo desde que había empezado el año que Dani había salido del país por unos pendientes, hace poco que había vuelto y Fer estaba emocionado por salir a cenar.

-¿Tu? ¿Él? ¡Lo hiciste!-.

-¡SI!- dijo y pegó un salto mientras sonreía.

-Me lo encontré de camino a casa y ya fui al caso, le dije de ir a comer ese día, y aceptó al día siguiente-.

Tomi estaba dejando salir una gran sonrisa.

-La pasamos muy bien, casi seguro la 2da cita-.

En eso pegaron un salto de alegría y se chocaron los 5.

Para cuando terminó de contar ya casi habían llegado al instituto, siempre era llamativo. A través de los años había sido remodelado varias veces; actualmente presidía en un gran lugar verde sobre el cual una gran construcción se dejaba ver, con 3 tipos de entrada vía escaleras resaltaba en la ciudad.

A diferencia de Tomi, Fer estudiaba una área de idiomas. Le enseñaban inglés y como pasar de español a inglés, pues el quería ser traductor o profesor de lenguaje de 2 idiomas.

-Te veo en el espacio- dijo y luego se fue.

En esta institución había aprendido mucho, de hecho estaba muy bien calificada; pero si es verdad que le faltaba.

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